El Danubio Azul |
El danubio, siento decepcionar al lector, no es de color azul, nace de color negro y cuando llega a Vienna alcanza un color verde oscuro, que se vuelve esmerlada los días de sol. Ahora, la nieve acentúa su color oscuro por el contraste del blanco de las orillas.
Detalle de la fachada del Palacio Palavicini |
Camino de mi segunda clase de baile atravieso las pequeñas plazas, las arcadas con sus tiendas y los silenciosos palacios del centro histórico, el palacio Auersperg, el palacio Palffy, el florentino palacio Ferstel, el barroco palacio Daun-Kinsky... que enarbolan las banderas blanquirojas de Austria, Cuatro diosas custodian la entrada al Palacio Palaviccini, donde está la academia Elmayer. La estatua ecuestre del emperador Francisco José impávida frente a la Academia española de equitación. Resuenan los pasos en el eco de la plaza vacía, esta tarde de domingo.
Josephsplatz, frente a la escuela de baile |
- Viene usted preparada? Le aviso que la clase de hoy no será fácil.
- Tengo que reconocerle Karlz que me resiento un poco de la pierna derecha. Una caida en la nieve de espaldas. Todavía cojeo.
Karlz se ríe y me promete que es normal. Su última caida le duró tres semanas, me confiesa.
- Irá usted al baile de los Cazadores, Die Jägerball, el baile más elegante de la temporada, donde se cita lo mejor de la sociedad bávara, tirolesa y vienesa, ahora que ya tiene unas nociones de waltz?
- No Karlz, para ese no tengo invitación. Pero espero ir al segundo baile de mi organización. Para el de la temporada no he conseguido entrada.
- El de marzo…Ese también es muy animado, aunque está ya fuera de la temporada. El último es el baile de máscaras de la Redoutte.- Con ello quiere decir en un muy sutil snobismo que no habrá debutantes ni ocupa una fecha selañada del calendario de baile y la considera por tanto algo menor en categoría. Me pregunto si existe una equivalencia con nuestras casetas. Y al mismo tiempo que me hago la pregunta me contesto dándome cuenta lo lejos que están de encontrarse éstas de la sofisticación del Hofburg. Pero son las nuestras y las queremos igual.
- Se acuerda usted de los últimos pasos?
- Si, algo he practicado.
- Mejor. Hoy haremos “el reverso”. Con lo cual giraremos sobre nosotros mismos de forma completa al tiempo que giramos alrededor de la pista y empezaremos con el izquierdo mientras lo cruzamos con el derecho.
Pongo los ojos en blanco. Debe estar loco. Lejos de esto empieza a enseñarme los pasos sin inmutarse. Explicándome con paciencia el porqué de cada uno. El nuevo paso es verdaderamente “profesional”. Hemos pasado del nivel de “sevillanas” al de “bulerias” en nuestro argot folklorico. He sido yo la que he insistido en aprender las variantes más difíciles del waltz, para que no pudieran cogerme en ningún “renuncio” si me sacan a bailar.
Mientras intento girar sobre mi misma siguiendo los seis movimientos del nuevo paso, Karlz me corrige la postura.
- Sigue usted echada sobre mí. De esta escuela no puede salir nadie así. El Dr. Elmayer en la postura es tajante. Ya le he dicho que la cabeza hacia la izquierda y lo suficiente separada de mí para no tocarme. Esto no es un tango. El peso lo lleva usted sobre si misma, no puede esperar que su acompañante la sostenga. Tiene usted que mantenerse erguida por sí misma.
- Y no lo espero Karlz. Aunque no crea que me gustaría.- Y no se si Karlz lo comprende. Alguien que aguantara tu peso, sin luchar…
- Sigue usted ahí? Probemos esta vez con música.
- Cree usted Karlz? No se si yo todavía…
- Tonterías. Ha venido aquí a aprender. He notado en usted que quiere aprender todo rápido y comprenderlo a la primera. Pero sabe una cosa? a veces se tarda dos y tres veces. Somos humanos. Y no es tan grave.
- Si Karlz tiene razón. Me molesta tardar.
- La clase solo va a durar una hora. 60 minutos. No puede usted intentar estrecharlos más. Pero puede relajarse e intentar en esos 60 minutos aprender los pasos que pueda. Sin enfadarse consigo misma por no aprenderlos todos.
Karlz. Me reitero en mi opinión del primer día. Eres un filosófo. Y ahora también un psicoanalista. Y misteriosamente cuando me he relajado entonces empezamos a dar vueltas y vueltas siguiendo los vaivenes del “waltz del Emperador” hasta que la música para de golpe. Y todo el salón gira sin poderlo parar. Mi cabeza y mi estomágo están al revés y no consigo que la sala de baile se quede quieta.
Karlz llega con un vaso de agua.
- Es normal marearse al principio. Aprenderá usted a hablar y bailar al mismo tiempo sin marearse. Se acordará de mí cuando lo consiga. Tiene usted mi tarjeta. Estaré en todos los siguientes bailes. Si quiere ir a alguna llámeme y podremos seguir practicando.
En Vienna, el cafe siempre va servido con un vaso de agua en una pequenia bandeja de plata |
Ando camino de vuelta a mi casa para bajar el mareo de las últimas vueltas. Todavía terriblemente mareada. Paro en el Cafe Sperl, ya en el distrito seis, a tomar algo de azucar a ver si así consigo hacer desaparecer el mareo de este último waltz. Verlangten Kaffee (café americano) y Esterházy torte.
Tarta Esterházy
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La tarta húngara Esterházy y la tarta vienesa Sacher rivalizan en los cafes de Vienna. La primera de interminables capas de crema de almendras, avellana y chocolate llamada así en honor al Prince Pál Antal Esterházy de Galántha, diplomático húngaro en los tiempos del imperio y la segunda, una bomba de filas de chocolates que se funden en uno solo es la tarta del lujoso hotel Sacher. Los cafes de Vienna. Sillas de estilo Bauhaus, cortinas rojas, parquet, la filosófica conversación en las mesas, al estilo del París existencialista, pero con el indudable sello de la realp olitik centroeuropea que no deja sitio a la divagación bohemia. Aún dorada bajo la sombra imperial, que mantienen orgullosos a pesar de ser república.
El cafe Sperl |
El cafe Sperl, de 1880 situado frente a la Academia Militar Imperial me recibe con dos magníficas mesas de carambola y una de billar americano en uno de sus salones. Las miro con lujuria. Son impresionantes. Madera labrada y tapete impecable. De fondo un solo de piano. Recuerdo la desgastada mesa del club, que se cubría de mosquitos al atardecer. Ellas se exhiben tentadoras, provocándome, sabiendo que no tengo con quien acercarme. No creo que aquí me saque nadie a bailar. Algún día, quizás.
Las elegantes mesas se exhiben vanidosas |
Miro a mis companeros de café. Siempre he pensado que si algo diferencia gravemente a los centro europeos de los mediterraneos, es su manera de vestir. Fuera de los dictados de la moda que seguimos como podemos con nuestra pobretona economía, ellos van sobrios, bien equipados y bien calzados. Recias botas de cuero que pisan fuerte sobre el hielo. Cubiertos con solventes plumones o abrazados por etéreas pieles que brillan relucientes como si fueran una segunda piel de la señora que los lleva; lejos de ser nuestros pesados abrigos de antiguas pieles tardo franquistas más propios de la escopeta nacional; de astracan, zorro, conejo o un conseguido compuesto sintético. Los guantes de puro cuero ceñidos. Envuelta la cabeza en los sombreros rusos calados hasta las orejas. Y los contemplo, en su sobria opulencia, ajenos a la crisis que se cierne sobre el alegre y soleado mediterráneo, tan seguros de si mismos, mientras beben café en las tazas de porcelana y oro del café de la Gumpendorfer Strasse .
Diálogos
Diálogos
- A mi no me engaña. No la estoy viendo yo mucho en el papel de sissi moderna.
- Maldita sea, estoy haciendo mis mejores esfuerzos.
- Si no lo dudo, pero tanta tarta, tanto vals, tanto palacio…y esas tazas de porcelana que se rompen con mirarlas…me da a mí que está usted echando de menos África y su vida de muzungu colonial. Vamos, que es usted más de cerveza Kilimanjaro y rap africano. O de verbena y pasodoble incluso. Creo que tiene usted una roncha como un camión de la picadura del dudu.
- Podría ser. Y a todo esto, quien le ha dado usted vela en este entierro para opinar así?
- Pshh son ya muchos artículos que la llevo leyendo seniorita…
- Pues no se crea que estoy ya muy integrada en la vida vienesa. Me lleva un muchacho este jueves a la ópera.
- La opera, el vals…uff nos va a usted a matar del sueño. A ver, qué opera va a ir a ver?
- L'elisir d'amore. Y yo que noto cierta envidia..
- Muy bonita. Ya nos contará. Póngase usted elegante, à la russe, por favor, y haga usted una crónica de esas que nos hace bien decadentes. Contándonos lo terrible que es estar rodeada de diamantes y de la música de Strauss, con lo bien que se está en la savanna, pasando calor y freída por los mosquitos. Y hágame el favor de salir a tomarse una copita de whisky con minifalda de cuero y de bailar al ritmo de Beyoncé una de estas noches…se lo recomiendo como terapia.
- Sabe que le estoy cogiendo cariño?
- Lo sé. Es comprensible. Pero no vaya a enamorarse de mí. Se volvería usted vulgar y entonces me decepcionaría.
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