martes, 13 de noviembre de 2012

EMPIEZAN LAS LLUVIAS



“La vida no es esperar a que pase la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia.”

 Tanzania tiene dos temporadas lluviosas, una gran estación de las lluvias de principios de marzo a principios de mayo, luego una pequeña, de principios de noviembre a mediados de diciembre. La gran temporada seca se extiende de mayo a octubre, y la pequeña temporada seca de enero a marzo.

- GSC: Mambo! Habari? Maria, que podria llevarme para anadirle manana a los noodles (fideos que se disuelven en agua hirviendo y que suele ser mi almuerzo en la oficina) y darles un poco de consistencia? – le pregunto a la duena del supermercado debajo de mi piso. Maria, sentada detras del mostrador, se pinta las unas. Se levanta con calma, interrumpiendo el serial de su radio novela. Se pasea tranquila y mira con desesperanza las filas vacias de los estantes.

 Supermercado

Me senala un par de sopas knoor caducadas con una sonrisa. No las veo muy consistentes. No hay latas de nada mas en conserva. Ni champignones, ni maiz, ni garbanzos. Esta semana solo hay conservas de judias en tomate. Pienso que no van muy bien con mis fideos. Rebusco entre los paquetes de galletas arabes en uno de los estantes. Abro la pesada puerta de la antigua nevera para ver si hay algo dentro. Cervezas “Serengetti” y “Kilimanjaro”, sidra “savanna”, agua tonica y varios quesos cheddar de importancion de precios imposibles. Dos tetrabriks de leche y unas manzanas sudafricanas. Me acuerdo de la mozzarella de mercadona y del foie sin saber porque. Prefiero no pensar. En las estanterias, dos bolsas de pasta, tres de arroz, salsa de tomate y especias. Patatas fritas y desinfectante para las manos y el banio, los dos en uno. No me paro a pensar como. Ya me he acostumbrado a los supermercados africanos. Enormes, solitarios, desolados, tristes. Repletos de estanterias vacias. Una sola marca de cada producto, cuando los hay. Me acuerdo de que hay zanahorias en casa que compramos a unas vendedoras en el mercado central el sabado. Le compro un kit-kat arabe sin caducar para el postre y terminamos nuestra conversación en suajili. Pole (Lo siento), a lo mejor en unos dias llega algo.- Me dice con la vista perdida en los estantes intentando encontrar algo que ofrecerme.

- GSC. hakuna shida Maria (no te preocupes), he pensado que tengo unas zanahorias por casa.

- Maria: Espera! - Me dice cuando voy a irme. – Me he acordado de que vas a Nairobi. Le he pedido a mi hijo que te descargue una pelicula. “White Mischief” ( Travesura blanca, en la version espanola se titula “Pasiones en kenia”). Me dijiste que querias ambientarte antes de ir. Esta es muy romantica...- Nos reimos. Pasiones en Kenia. La vida de los aristocratas muzungus del happy valley keniata en los anios 50. Amor, lujo y traicion. Maldita sea, después de dos largos meses Maria me conoce bien. Le pego un abrazo. - Oh Maria, estas conociendome ya demasiado bien! - Nos reimos. La pelicula  me arde en el bolso, espero con impaciencia poder verla esta noche. Pase lo que pase.

Pongo en nuestra olla de laton el agua a hervir para cocinar algo que se me ocurra. Basicamente judias con tomate y aguacate. No es una mezcla imposible. De repente, el ruido ensordecedor del generador termina y me temo lo peor. Efectivamente. Se ha vuelto a ir la luz, compruebo despues de marcar las posiciones 1 (red normal)  y 2 (conexión a red de generador) de la manilla de mi cuadro de luces. En el salon a oscuras, solo iluminada por la pantalla del ordenador, busco a tientas mis llaves de las que cuelga mi sempiterna linterna. Cojo del cuarto, de su sitio donde permanence fija, mi pequena linterna de dinamo. 

Hoy, como hace ya demasiadas tardes, vuelve a haber apagon general en Arusha.

Ahora que se ha callado el violento generador del edificio, oigo ensordecedora las lluvias a traves de las ventanas abiertas. Protegida de los mosquitos por las contraventanas con mosquiteras. No hay nada que pueda hacer, asi que sigo escribiendo en el portatil hasta que la bateria aguante. Me acuerdo de mi primer apagon. Intentando buscar una linterna en algun lugar de mi maleta, a tientas por la casa sola sin luz. Sin saber que hacer. Preocupada por cuanto iba a durar. Agudizando el oido para torturarme con cualquier ruido extranio. De avanzar con el taxi por la noche con la ciudad a oscuras y el corazon encogido. De las cenas a medio cocinar, porque los apagones, son siempre asi. Sin avisar.

 Mi bateria parpadea y se apaga. Veo que no voy a tener mas remedio que hacer la colada. Enciendo una de las lamparas de keroseno y termino de lavar a mano en el plato de la ducha la ropa que he dejado en remojo esta manana. Preguntandome si tendremos suerte y volvera la luz para poder cenar. No me he acordado de comprar las galletas de emergencia “para cuando hay apagon”. Porque aqui, si hay algo democratico, es la luz. Se va para todos. Incluso en la oficina. Ninguna casa. Ni siquiera en el club.

 Nuestra lavadora

 Fuera continua la lluvia chocando contra las hojas de palmera del jardin. Seria imposible pretender ir a ningun lado. Lavo con el jabon en polvo que me traje de mi casa, enjuago y  escurro  mecánicamente aprovechando el agua hirviendo de la cena que no he podido poner, para desinfectar la ropa. Mientras tiendo en fila mi ropa con poca esperanza de que este seca pronto, pienso que no se me da mal. Contemplo orgullosa toda mi ropa lavada. De repente me doy cuenta de que en mi entusiasmo, literalmente he lavado “toda mi ropa”: 4 pantalones, 3 camisas, 1 traje corto, 5 pares de calcetines, 4 camisetas, 2 faldas, un pijama y dos juegos de toallas. 

Si no se seca, manana tendre que llevar a la oficina puesto mi kanga (pareo) blanco y negro de jirafas. El Kanga es el pareo local. Una pieza de tela dura y encerada, que se vuelve suave con los lavados, con los dibujos impresos, y que se lleva enrollandola a la cintura, remetiendo el pico sobrante por dentro y sujetandola con un imperdible a ambos lados. Como lo llevan las vendedoras de fruta, las camareras y las mujeres del campo que cargan agua sobre sus cabezas. La uso para salir cuando llueve y cuando hace sol. Porque hace ya demasiado tiempo que "arreglarse" es un concepto diferente. Porque tarda, literalmente, 10 minutos en secarse si se moja. Es larga hasta los pies y no te pican los mosquitos. Y porque llevar una kanga, es renunciar a marcar la distancia llevando nuestra distante ropa occidental. Es querer hablar suajili. Es acercarse a su cultura. Quizas porque es divertido provocar a la mujer muzungu que se parapeta detras de un flamante todoterreno con un top ajustado en un pais mayoritariamente musulman. Porque sienta bien no necesitar vestirse con nada mas. Una kanga, una camisa remangada y la leccion aprendida en Africa, de que aqui, el unico arma es el carisma.

 Kanga de jirafas blanco y negro

Mientras espero con paciencia a que vuelva la luz, recibo un mensaje de Victoria. “estas sin luz? quieres cenar en el club? Me ha escrito Morris que a lo mejor encienden el generador para cenar..” me rio pensando que habia un tiempo en el que buscaba cual era el nuevo sitio de moda para ir a cenar.  Ahora solo busco un sitio con generador. Quizas estoy volviendome muy basica. Anoto mentalmente que mi proxima casa en Africa tendra cocina de gas, mientras sujeto el imperdible de mi kanga limpia y palpo a tientas la camiseta que este mas seca.

Encienden el generador del club mientras la cocina abre hoy solo para cocinar pizzas. Pizzas de aguate, champignon y aceitunas negras para ser exactos. A estas alturas, no estoy segura de no dar positivo en un control de agucate si me paran. El interruptor falla, asi que las pizzas tardaran el doble. Normalmente es 45 minutos, asi que  sabemos que hoy no cenaremos antes de una hora y media. Tiempo estupendo para unas cervezas. Cuanto tardan en servir en Europa? Deberíais creerme si os digo que ya no me acuerdo. Damos las gracias al dueno del club que ha venido a intentar cenar, por encender el generador para darnos de comer. Esperamos tranquilos. Yusuf, el camarero, rellena sin inmutarse nuestras copas de vino blanco a oscuras. Morris enciende paciente una lampara de keroseno y quita con cuidado de no danarlos varios escarabajos voladores de la mesa de billar. Las lluvias han multiplicado los insectos en todas sus especies, pienso mientras me doy manotazos en las piernas para apartar los mosquitos. Mi companero de piso que acaba de llegar de la oficina, tambien ha recalado aqui que es lo unico iluminado y pide una copa de whisky solo con hielo. Miramos juntos con resignacion a lo lejos nuestro edificio sumido en la oscuridad y nos reimos. 

En Arusha, la vida sigue su curso normal a pesar de los apagones y de la lluvia incensante que castiga las losas de la  terraza del club. Uno de nuestros amigos nos escribe un mensaje: “Que haceis? Hoy toca una banda congolena en Mango Tree. Dicen que hay generador para varias horas y cerveza fria”. Nos tienta. La pelicula que queria ver con Victoria esta noche hace ya demasiado que esta olvidada. En Africa uno hace lo que puede básicamente, no lo que quiere.

Somos debiles. La noche sin luz se nos antoja demasiado larga. Camino de la discoteca, varios coches bloquean la carretera, puede ser un paron accidental, pero preferimos tomar uno de los atajos que circundan la carretera principal, porque si algo aprendes en Africa es a no quedarte parada con el coche para que te puedan atracar. Tenemos demasiado vivo el recuerdo del ladron que atraparon bajo nuestro balcon la semana pasada.Las lluvias han cubierto la carretera del color morado de las flores caidas de los arboles de jacaranda.

La banda congolenia toca en el escenario improvisado del jardin de Mango Tree, uno de los bares mas animados de Arusha el jueves por la noche. Bailamos entre muzungus y nativos al ritmo de una cancion en frances con acento del Congo, mientras bebemos nuestra cerveza “Kilimanjaro” con el dedo puesto en la boquilla de la botella. Comienzan de nuevo las siguientes gotas. La banda, resguarda bajo el techado de paja, sigue tocando a pesar de las interferencias de sonido. 

Las gotas arrecian mas fuerte hasta convertirse en goterones que nos golpean la cara con fuerza. Se va la luz pero la banda sigue tocando, cantando mas fuerte para suplir la ayuda de los altavoces. Se nos cala la camisa y el pareo y las bailarinas se encharcan con el agua del cesped, llenandonos los pies de barro. Y la banda toca y todo el mundo sigue bailando. Y cierras los ojos para que no se meta la lluvia y bailas, y los abres y piensas que hay demasiadas estrellas arriba mirando, y las aprecias, porque no hay luz, y lo unico que hay esta noche para ver son las estrellas. El resto esta oscuro. Demasiado oscuro. Y bailas, porque todavía quedan dos meses hasta que se vayan las lluvias. Porque la banda congolenia solo esta esta noche. Porque hace mucho calor aunque llueva. Y porque en Africa has aprendido a dejar de controlar lo que no puedes; has aprendido que aqui, la vida es eso; comer lo que haya, esperar lo que tarde, mirar lo que este iluminado y aprender a bailar bajo la lluvia, sin esperar a que pase la tormenta.

Dialogos

- Lector: Que desilusion! Pensabamos que llevaba usted una vida de champagne y rosas en la savanna, entre safaris y fiestas del polo, y nos soprende contandonos lo bien que frota la ropa, lo mucho que echa usted de menos Endesa y la cia Sevillana de Electricidad y lo poco que le importa volver a su casa hecha un adefesio empapado.
- GSC:  Tiene razon, me estoy volviendo vulgar. No se preocupe, que el articulo de Nairobi promete.
- Lector: Va usted a Nairobi proximamente? Nos contara algo de las chabolas de Kibera? De la criminalidad en sus calles?
- GSC: Tengo que salir del pais para extender mi visa obligatoriamente en unos dias. No, no. No voy a escribir nada profundo. La profunidad me aburre. Escribire mis cronicas sobre que ponerse para tomar un gintonic en el Muthaiga sin desentonar, que es mas elegante.
- Lector: Que barbaridad! Con las cosas que podria denunciar de Nairobi, de la probreza en Africa y piensa escribirnos sobre chaquetas y trapos. No tiene usted corazon!
GSC: Senior mio, nunca he aspirado a tener uno! No sabria para que usarlo!

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