jueves, 6 de diciembre de 2012

SAFARI EN LA SELVA DE MERU



El dalla-dalla es el autobus local. El que cuesta unos 30 centimos. Originariamente es una vanette para 10 personas, pero aqui he contado hasta 30 personas. Sin incluir animales, sin incluir los ninios en brazos de sus madres y por supuesto sin incluir a los que le van dando el pecho. Las puertas correderas van normalment abiertas para que puedan colgarse por fuera en caso de “overbooking”. Una ventaja de ser mzungu es que intentan que vayas sentado. Creo que es porque no tienen confianza en que no nos caigamos a la carretera. Los dalla-dalla son privados, pero a falta de lineas de autobus, realizan trayectos fijos como la misma eficacia que un transporte regular europeo. Hasta paran siempre en el mismo sitio. Junto con los piki-piki (taxi motos) es el transporte “publico” en Tanzania. Los piki-piki y los dalla-dalla no deben cogerse por muzungus a partir de la caida del sol.

 Dalla-dalla

Yo los uso para ir a trabajar o al mercado si no pasa ningun coche de mi organizacion al que pueda parar y montarme si le coge de camino y para volver del trabajo si salgo antes del atardecer. Cuando hay trafico, el conductor de dalla-dalla inventa una ruta por algun atajo circundante a la carretera principal. Mientras atraviesa traqueteante la vanette cargada de personas por los caminos de baches es mejor no pensar. No hay que alarmarse. Terminara volviendo en algun momento a la carretera principal y te dejara en la parada que has convenido. 

Camino de casa, atascados en el trafico de Arusha, escribo a Rashid, mi amigo hindu que trabaja conmigo.

GSC: Me ha llamado de la agencia, nos recogen a las 6 de la manana. No he conseguido aguacates pero tenemos mangos de postre, los acabo de conseguir en el dalla-dalla. Has conseguido las sillas para el picnic?

Rashid: Que haces en un dalla-dalla?!

GSC: volver del mercado central, donde crees que puedo encontrar lechuga sino?

Rashid: Te hacia mas en el asiento del copiloto de un Landrover verde… Eres mas ese tipo de mujer.

GSC: jeje ya me gustaria, pero es que el piloto esta dificil de encontrar en esta selva...

Rashid: No te preocupes, manana te puedes sentar a mi lado en unas sillas de lona que me han prestado.

Mercado central
Me rio mientras me bajo del dalla-dalla cerca de mi casa y atravieso la via del tren de vuelta del mercado central donde he ido a buscar lechuga y tomate para preparar la comida del safari de manana, el aguacate me ha sido imposible encontrarlo pero me lo ha regalado el dueno del club cuando he ido a contarle mis penas por no conseguir la mitad de lo que queria comprar hoy.

Mientras preparo a la luz del generador los sandwiches de aguacate, lechuga y tomate, hiervo aprisa el agua para desinfectar la lechuga y lavar los tomates antes de que se vaya la luz y reviso, con la eficiencia de una abogada de fusiones y adquisiciones que repasa las clausulas de un contrato de compraventa, mi lista standard de cosas basicas para el safari de manana.

Vino blanco, hielo, antimosquitos, antiestaminico para las picaduras, tiritas, camara de fotos (cargar bateria), desinfectante de manos, agua mineral, agua tonica, ginebra, forro polar, bailarinas, panuelo, patatas fritas, navaja suiza, paracetamol, prismaticos, dos vasos y dos lamparas de keroseno, para cuando paremos al atardecer.

Compruebo que lo tengo todo y comienzo a preparar la ropa. Pantalones de lona beige, sahariana…Me doy cuenta de que mi unica camisa es verde oscura, y sin embargo, para evitar las picaduras de la mosca tse-tse, la mosca del suenio, en la region de manana es mejor utilizar los colores claros. Maldita sea. Me voy a tener que sulfatar con antimosquitos la piel y la ropa, aunque la mosca traspasa incluso la camisa o el pantalon. Anoto mentalmente que necesito una camisa de safari beige del mercado de segunda mano para el proximo safari, como antes anotaba comprar unos tacones de aguja negros o una falda de lentejuelas plata cuando pasara por Zara. Y me recuerdo en Serrano, de tienda en tienda, como una autentica mzungu en su significado suajili, “el que camina sin rumbo, el que esta perdido”, probandome la ropa al tiempo que contestaba emails desde la blackberry o me unia en conference call con Londres, mientras encargaba comida china para llevar. Por alguna razon, siempre pedia palillos para dos, aunque comia sola porque me daba verguenza que el camarero pensara que cenaba sola, frente al ordenador.

 Y me rio recordandolo. Por alguna razon, se me aparece una epoca pasada y lejana, ajena la realidad. Y ya no se que es real. Hace cuatro meses que mi unico perfume es el antimosquito, cuando lo uso, y se me hace raro pensar que una vez olia a Chanel Numero 5 y lo mas cerca que estaba de un cocodrilo, era de la piel de mis tacones de aguja interminable de demasiados euros de Latouche. Como puede cambiar al hombre, fortuna, poder y tiempo, pienso, pidiendole a Zorrilla prestados sus versos. Y pienso que ya no hay retorno.

Mientras limpio las botas recuerdo mi puesta de largo cinegetica, el safari en la selva del Monte Meru…

Amanece en la selva. Nuestro ranger armado nos espera en la puerta de Momella, una de las entradas a la selva de Meru, para comenzar nuestro safari a pie. Apenas son las siete. La manana esta destemplada y lluviosa. Me abrocho la sahariana y empezamos a andar entre las plataneras en direccion a las cascadas ocultas. 


Mientras caminamos entre la manadasde bufalos que pastan en el “pequeno Serenguetti”, el valle pantanoso que se asienta entre los montes Kilimanjaro y Meru, el guia nos explica los diferentes tipos de pajaros que nos sobrevuelan. Rodeados de montes boscosos cubiertos en niebla, donde se esconden los elefantes, caminamos sobre el barro siguiendo al guia que estudia las huellas en busca de jirafas y cebras. 



Escalamos las laderas de Meru entre la selva, sin pensar en las serpientes que se enroscan en los arboles hasta alcanzar un punto en lo alto, desde el que, admirados, contemplamos  a nuestros pies la riqueza virgen de esta tierra: Sus inmesos paisajes, sus animales salvajes.


El guia se detiene para explicarnos la suerte de los furtivos que son cogidos in fraganti intentando mermar estos tesoros y matar cualquier animal: la muerte. Cualquier ranger tiene orden de disparar a matar y sin preguntas a cualquier cazador armado que se encuentre dentro de un parque nacional. El castigo es ejemplar, pero es que el furtiveo aqui es distinto. Lo forman grupos organizados de unas veinte personas, que, bajo encargo, se adentran en las selvas con Ak-47. El padre de uno de nuestros conocidos, fue muerto a tiros por furtivos durante uno de sus safaris. Su cuerpo tenia mas de 20 impactos de bala cuando lo encontraron. Poca broma.

El gran tesoro son los rinocerontes, cuyos cuernos alcanzan el medio millon de dolares de media. Esta desmesurada demanda se explica ya que, segun la creencia popular china, sus cuernos tienen un potente poder afrodisiaco. Se cazan por encargo concreto de un comprador y son los furtivos mas peligrosos. Como cualquiera que sabe que su trabajo esta penado con la muerte.

El parque nacional de Arusha esta formado por selva cerrada, montanas, valles, savanna, un crater y varios lagos. Dejamos la selva y avanzamos en el coche de safari descubierto por la savanna, bordeando los lagos de Momella, cada uno de un color diferente debido a las variaciones de profundidad, sal y algas, punteados por manadas de flamencos de color rosa casi electrico que cubren en su totalidad las orillas.


Atravesamos a toda velocidad las llanuras en las que se rodo Hatari! (en suajili, peligro), de John Wayne, mientras el viento nos golpea en la cara. Momella es la finca de la mitica cazadora Margarette Trappe, primera cazadora blanca mujer de Africa y que actualmente forma parte del parque nacional de Arusha.


Escena del film hatari

Ascendemos con el coche por el escarpado camino en zig-zag que sube al crater del Ngurdoto, el hermano pequenio del crater del Ngorongoro. A mas de 4000 metros me empieza a invadir la sensacion rara de la rapida ascension y la diferencia de altura. Me noto floja, la cabeza se resiente por la presion e intento tranquilizarme siguiendo la conversacion del coche para no caer en la ansiedad. No quiero preguntar la altura exacta al guia e intento respirar. 

De pronto, el coche se destiene en seco para dejar pasar una manada de monos azules que bloquea con sus juegos  la carretera; las madres, cruzan tranquilas con sus bebes enganchados en su barriga y sobre sus espaldas, siguiendo a los monos machos que van marcando el camino al grupo y se detienen de vez en cuando para asegurarse que sus mujeres los siguen. Uno de los machos se detiene para reprender a un pequeno monito que se retrasa jugando. Sobre nosotros los monos Colobus blancos y negros con sus enormes colas aplumadas nos miran y saltan. 



El espectaculo me hace recuperarme del mareo y la presion de la cabeza y solo veo la frenetica vida de la selva que asoma desde cada arbol, en cada rama, detras de cada arbusto, y observamos asomados por el techo del coche descubierto como un animal nuevo aparece.

Y, al atardecer, nuestro guia extiende sobre la mesa de picinic las bebidas. Iluminados por las lamparas de keroseno, contemplamos desde la colina, como continua la vida en la selva. Entonces, mientras el sol se funde poco a poco te invade la sensacion extrania de tu primer safari. De haber contemplado de cerca la vida de los animales salvajes, mezclandote con ellos, siendo mera invitada forzosa, furtiva que invade su dominio y que esta, por lo tanto a su merced. Y uno se pregunta como es posible que nunca se haya sentido parte de la naturaleza antes. Y ya sabes que nada que te ocurra sera nunca tan excitante como caminar a escasos 30 metros de las manadas de bufalos. Que las alfombras hechas con pieles de cebras no seran nunca mas meras alfombras, sino que cada vez que veas una recordaras cientos de cebras corriendo por el valle y te preguntaras donde viviria la duena de la piel que estas pisando. Y te sientes poderoso, porque has subido y bajado colinas caminando al sol mas de ocho horas, bajo plataneras y palmeras que esconden infintas clases de serpientes y pensaras como es posible que solo hayas andando antes bajo farolas desnudas. Y te sientes vivo, porque has descubierto la libertad de la vida de safari, y si descubres esto estas perdido, porque entonces notaras un pequeno picor en el brazo, y no seran los mosquitos, sera la picadura del dudu africano (insecto, en suajili), que se mete dentro, y hace que ya todo sea distinto y solo puedas pensar en tu proximo safari. Y te alegras de estar muy lejos de ese tipo de mujer.

 Recibo un mensaje de Rashid, confirmando que tiene ademas una nevera para la comida. La luz parpadea e intuyo que en poco se corta, compruebo que mi linterna esta cargada pero me meto rapido en la cama para que el corte de luz me coja ya dormida. Miro con emocion mi ropa de manana colgada en la percha esperandome. 

Ojala tengamos suerte y veamos manana los leones en la savana.

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