lunes, 8 de octubre de 2012

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO




“He had destroyed his talent by not using it, by betrayals of himself and what he believed in, by drinking so much that he blunted the edge of his perceptions, by laziness, by sloth and by snobbery, by pride and by prejudice, by hook and by crook. (…) What was his talent anyway? It was a talent all right, but instead of using it he had traded on it. It was never what he had done, but always what he could do. 

                                                                                   THE SNOWS OF KILIMANJARO, Ernest Hemingway

“It was never what he had done, but always what he could do". Nunca era lo que el habia hecho, sino siempre lo que podria haber hecho. Y quizas, el miedo a reconocerme en esas frases, fue lo me llevo a aceptar la oportunidad que me ofrecian y venir a trabajar a esta exotica ciudad en la falda del Monte Kilimanjaro. La obligacion de cumplir con un objetivo largamente pospuesto; “llegar a ser quienes efectivamente somos”. Aunque para ello hubiera que enfrentarse al miedo a descubrir quienes somos en verdad y, lo mas preocupante, a si efectivamente tenemos algun talento. 

Conocerse a uno mismo es francamente peligroso, uno nunca sabe a quien se puede encontrar. 

Y asi, con cierta aprension pero sin saber verdaderamente que pensar de todo, embarque en el vuelo desde Frankfurt a Mombasa-Kilimanjaro, con una chaqueta de safari beige, unas bailarinas de cocodrilo (el atrezzo siempre es importante a la hora de meterse en el papel) y un nudo en el estomago. 

"A quienes me preguntan la razon de mis viajes les contesto que se bien de lo que huyo pero ignoro lo que busco". La conciencia, esa presencia incomoda, me habia hecho abandonar mi acomodado estilo de vida y me empujaba a viajar, sin punto de llegada. Solo camino. Mi nuevo destino se me aparecia, como en las cartas de los navegantes medievales, pintado de monstruos al estilo del leviathan biblico y letras que rezaban en los bordes "monstruos marinos", "finis terrae". 

Cerre los ojos, respire, no queria pensar en nada, queria llegar a Africa y acabar de una vez con la indecision de preguntame, como seria mi nueva vida, si habia acertado viniendo, si habia sido mi mejor opcion. Ocho horas mas tarde me desperte en Africa, sobrevolando el Monte Kilimanjaro al amanecer para aterrizar en el pequeno aeropuerto internacional, a unos 40 minutos de la ciudad de Arusha. El camino a la ciudad es una carretera de pista: mujeres con el cubo en la cabeza y pareo, vacas, palmeras y jungla a ambos lados de una carrtera poblada de pequenas chozas pintadas de colores hacen que la primera impresion sea sentirlo todo increiblemente familiar, como si fueramos extras en alguna pelicula rodada en Africa y a nuestra alrededor se extendiera el decorado de un plato. No podia creer que Africa fuera, quizas, "tan Africa".

Nada mas llegar sigo todas las recomendaciones. Me bebo dos botellines de agua embotellada, me pongo crema protectora, me rocio de antimosquitos y me coloco las gafas de sol. Ya estoy preparada para Africa, pienso. 




Mi hotel, El New Arusha hotel, se encontraba situado en el centro de la ciudad de Arusha. Una placa conmemorativa nos avisa que nos encontramos a mitad de camino entre El Cairo y Ciudad del Cabo y en el punto medio entre Kenya, Uganda y Tanganika. Es un hotel de 1894, de arquitectura colonial y con un magnifico jardin tropical. Mitico hotel en Arusha que ha alojado a Hemingway y a John Wayne durante sus estancias en Africa. El bar del hotel, "Hatari Tavern" presume de haber sido escenario de las juergas post-rodaje de los actores del film Hatari, rodada en la mitica finca Momella, propiedad de la cazadora alemana Margarette Trappe. 



Me siento en la terraza sobre el jardin con mi primera taza de cafe tanzano, el mejor de africa. Solo han tardado cinco minutos en traerlo. Me digo que Africa no es tan distinto mientras me sirven el desayuno continental. No se que me espera fuera, no quiero saberlo todavia, me resistia a cortar el cordon umbilical con Europa.  Miro el reloj de la blackberry. No tengo emails, no tengo mensajes. 

En una mesa cerca se sientan varios turistas americanos, disfrazados de safari moderno, de riguroso verde, doscientos bolsillos, con un sombrero puesto que dice arriba "kilimanjaro", se preparan para irse ahora al Serengetti. Mi chaqueta de safari beige y yo nos miramos orgullosas, ella, recien salida de la pelicula Mogambo, sabe que no tiene rival. Sonrio. 

Que me deparara esta aventura africana? Saco mi moleskine y empiezo a escribir la frase que he oido desde que llegue. "Karibu Tanzania" (Bienvenido a Tanzania).   





Desayuno en el New Arusha



Jardines del Hotel

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